martes, 20 de abril de 2010

HASTA QUE PUNTO PODEMOS LLEGAR…

La teoría funcionalista examina como el juego de la oferta y la demanda modela las estructuras sociales a través de los productos que ofrecen los mass media. Estos productos son reclamados por la sociedad. La sociedad decide mediante las audiencias lo que prefiere ver y que emisiones se ajustan más a sus preferencias.
Así pues, podríamos afirmar que los medios de comunicación se ajustan a lo que los espectadores desean y deciden.
De esta forma, ¿Podríamos decir qué las interminables ediciones de Gran Hermano son demandadas por los espectadores? Y tristemente deberíamos contestar que sí.
El juego, la dinámica de concurso, las discusiones, las intimidades de cada cual y sobre todo los personajes son, parece, lo que la audiencia quiere en su televisión.
Aunque el meollo de la cuestión es que realmente los “avatares” de este tipo de “reality shows” son reales, es decir la productora del programa realiza un casting tremendo para dar con estas personalidades tan…diferentes.
A lo que quiero llegar es que existe la posibilidad de que los elegidos para este tipo de programas hayan fingido una determinada personalidad, o no, para participar en Gran Hermano en este caso, que consigue records de audiencia continuamente.
Es en este momento es cuando deberíamos plantearnos la disfunción que otorga este tipo de programación.
Dentro de nuestra estructura social, y nuestros tiempos, las consecuencias de estos programas aminoran la capacidad de la sociedad de ver con claridad las reacciones de la realidad, es decir se impone un prototipo de personalidad, un estilo de la oratoria desde luego no demasiado admirable. ¡Y únicamente porque eso es lo que vende!
Y la función que podría llegar a cumplir, ósea la consecuencia productiva que podría resultar sería un rechazo, por un lado hacia este tipo de perfiles, y por otro, de estos comportamientos. Una acción - reacción frente a este tipo de conductas, frente a este tipo de ”cánones de comportamiento”; que se respondiese a esto ajustándolo al sistema social.
Quizá para cambiar esto se debiese caer en la cuenta del tipo de esquemas sociales que existen actualmente y plantearse la superficialidad y materialismo de la “sub-cultura” que hay hoy en día.

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